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sábado, 20 de noviembre de 2010

Lectura crítica del texto La alienación como concepto psico -social de Federico Riú.


Lectura crítica del texto La alienación como concepto psico -social de Federico Riú.
Jesús Morales
Luego de resaltar la ambigüedad del concepto de alienación planteado por Erich Fromm, a quien el autor considera un representante calificado de esta corriente personalista (El psicoanálisis), destacando su obra: Psicoanálisis de la  sociedad contemporánea, Riú nos dice que hay, por lo menos, cuatro formas distintas de considerar éste fenómeno (alienación):


·         Desde el punto de vista psiquiátrico.
·         Desde el punto de vista de las teorías de la personalidad.
·         Desde el punto de vista de la psicología social empírica.
·        Desde el punto de vista de la dialéctica conciencia- autoconciencia.

 Según Riú, desde el punto de vista psiquiátrico, el fenómeno  experiencia de la alienación pertenece a la clase de los fenómenos patológicos de la personalidad.  Forma parte de las manifestaciones esquizofrénicas v de las Psicosis depresivas.  Alude a determinadas formas anormales de autoconciencia y de mismidad.  Por ejemplo, la auto contemplación de sí como espectador foráneo, el rechazo del propio yo, etc. 

Si partimos de este punto de vista psiquiátrico, la persona alienada se piensa y se concibe a sí mismo como un ser extraño, ajeno a sí mismo y a la vez ajeno a su proceso de auto- reconocimiento, pues este reconocimiento que ha de hacer de sí mismo depende del otro; De allí que rechaza su propio yo, porque no se mira a sí mismo, más bien se mira en y a partir del otro, su “yo” depende del reconocimiento que el otro hace de él.

Si partimos de las teorías psicológicas de la personalidad, a partir del punto de vista de estas teorías, este entraría en cierta concordancia con el punto de vista anterior. Según el autor: el fenómeno experiencia de la alienación denota el hecho de que el sujeto no se experimenta como si mismo, pero esta mismidad que el sujeto no experimenta suele establecerse a partir de una concepción psicológica-humanística de la personalidad, cuya legitimación, a nivel empírico, resulta enormemente problemática. 

 Para  Riú, Fromm, en la obra anteriormente citada, despliega o expone la tesis de que la sociedad contemporánea es una sociedad enferma.   Fromm hace una descripción de ciertas conductas sociales contradictorias, propias de esta sociedad enferma y además introduce el concepto de patología  social que ya había sido planteado por Freud, en 1930, en su ensayo El malestar en la cultura.
  
 No obstante, el autor nos aclara que Freud se cuenta para ese entonces de los inconvenientes teóricos que acarrea el uso del concepto neurosis individual,  extendido al campo social si se entiende este como patología  social.
  
 El concepto de neurosis individual resultaría más operativo porque establece una comparación entre la conducta del individuo neurótico y un medio ambiente considerado “normal”.  La pregunta sería: ¿A través de qué parámetros haríamos esta comparación? El meollo del asunto estaría en el caso dé considerar a  una sociedad como neurótica. Allí no existiría la posibilidad de efectuar dicha comparación, para Riú, no existe un criterio discriminador adecuado para tal diagnóstico, sin embargo parte de que Fromm, logró plantearlo en el concepto de “salud mental”, en el que se plantea la tesis opuesta a la del llamado  relativismo sociológico. Diagnosticar entonces la llamada "salud mental" consistiría no en la adecuación del individuo a la sociedad sino en la adaptación  de la sociedad a las necesidades del hombre en función de su aptitud para frenar o favorecer el desarrollo de la salud mental.

Para continuar, es necesario recordar que el autor aclara que el concepto de salud mental que plantea Fromm tiene necesariamente que admitir, ante todo, la discutible premisa teórica de los criterios universales de salud,  que vendrían a ser válidos para la especie como tal  y por los cuales puede se juzgaría el estado de salud mental de cualquier sociedad. Este conjunto de criterios normativos fueron  establecidos por Fromm a partir de un concepto de naturaleza humana que modifica sustancialmente las premisas del psicoanálisis Freudiano:

Según Fromm, Freud en su búsqueda de las fuerzas básicas que motivan las pasiones y los deseos humanos, creyó haberlos encontrado en la libido. Esta afirmación resulta un tanto limitada porque aunque el impulso sexual y todas sus derivaciones son muy poderosos, no  son de ningún modo las fuerzas más poderosas que actúan en el hombre, y su frustración no es causa de perturbaciones mentales.
  
Aquí nos encontramos de frente con esas fuerzas poderosas que motivan  la conducta del hombre, incluso con el concepto de naturaleza humana del que nacen  esas fuerzas, inherentes a la existencia misma,  a esa situación humana, que a su originan esas necesidades fundamentales determinadas, y por ende, el requerimiento o  la necesidad  dominante  de satisfacer dichas necesidades.

Este concepto de naturaleza humana es tan complejo y contradictorio que en vez de distanciarnos como especie de los animales, pareciera acercarnos a ellos puesto que es parte de lo que llamamos adaptación al medio ambiente, a esos factores exógenos presentes en el habitan del animal como individuo donde este bien puede adaptarse perfectamente, el hombre se convierte en una especie de ser desadaptado, ajeno y desvalido, que a diferencia de las aves que tienen sus nidos y otros animales tienen sus cuevas y madrigueras , el hombre se ve sin casa propia y por ello se ve en la obligación de fabricarse una que le ofrezca suficiente seguridad y cuya elaboración necesariamente tiene que ser más compleja que los nidos y las madrigueras.
 
He allí que Fromm habla de la patria originaria o patria natural apegada a su proceso de evolución como hombre, y que al regresar a ella, no tiene otro camino que ir al encuentro de esa nueva patria, artificial, pero también tiene el imperioso deber de hacer del mundo un mundo más humano y haciéndose él, como hombre, verdaderamente más humano, consciente de su evolución y de su estado.

Ahora bien, retomemos esas necesidades fundamentales y el requerimiento o la necesidad  dominante de satisfacerlas. ¿Cuáles serían esas necesidades?

Riú nos  dice que esa morada artificial que se crea el hombre el mundo es ese mundo social en el que sólo llegará a ser un sustituto de esa patria originaria y perdida, cuando el hombre logre crea una sociedad que dé plena satisfacción a las necesidades profundas que experimenta como resultado de su condición humana radical. Lo complicado del asunto acá resulta para la persona alienada cuando ya no el proceso de identidad y de auto- reconocimiento viene determinado por el otro, sino las necesidades humanas que han de ser satisfechas vendrían determinadas o condicionadas por un agente o un sujeto externo. De eso se encarga la publicidad, que en vez de vender objetos, vende ideas, sentimientos y crea vacuas necesidades y las sustituye por otras que dicho sea de paso, en la mayoría de los casos son ajenas y están apegadas a complejos aparatajes económicos con particulares intereses.


Dentro de esa patria artificial, natural y originaria esas necesidades vendrían a ser según Fromm:     
                                                                                                                                                                 a)         Relación contra narcisismo. Esa necesidad de establecer vínculos solidarios con el prójimo, de amar, para superar la individualidad, la soledad  que provoca en el hombre el sentimiento  que le hace sentirse desadaptado, ajeno y desvalido, emigrante casi prófugo de la naturaleza, ajeno a esa patria natural.


b)         Trascendencia. Creatividad contra destrucción.  Es la necesidad de trascenderse, mediante la creación, del estado de criatura desvalida y pasiva. La técnica bien cabría acá, pero abordada para bien común, para buscar resolver puntuales y determinadas soluciones que van más allá de la inmediatez.

c)         Arraigo, Fraternidad contra incesto. Es la necesidad de sustituir las raíces naturales perdidas, el vínculo con la madre, por nuevas raíces fraternales con el prójimo. Nacen las instituciones, las organizaciones, los acuerdos productos del diálogo, también cabría acá la vida comunitaria, la comunicación.

d)         Sentimiento de  identidad. Individualidad  contra conformidad gregaria.  Es la necesidad de afirmar la autoconciencia y la mismidad contra el anonimato. Nace allí el proceso de auto- conocimiento, el reconocimiento de la persona humana, del ser en sí que, primordialmente parte de su individualidad de su autoafirmación

e) La necesidad de una estructura que oriente y vincule. Razón contra irracionalidad.  Es la necesidad que experimenta el hombre, como ente racional, de orientarse intelectualmente en el mundo, mediante un objeto de devoción o de vinculación afectiva.

Riú finaliza esta parte del texto plateándonos la interrogante acerca de que si esta teoría Se trata de una teoría concerniente a la psicología social, sugiere preguntarnos si las necesidades definidas por Fromm son necesidades generales. Si han de buscarse estas necesidades en un grupo determinados de personas y puedan ser observadas empíricamente y para respondernos si se trata de necesidades cuya existencia se postula, Si se trata de necesidades que parten de una teoría  psico-sociológica que forman parte de un sistema ético-normativo cabría más bien preguntarnos: ¿Cuando ubicamos nuestras necesidades fundamentales como personas, como seres humanos, estas necesidades están en concordancia con nuestro proceso de auto-conocimiento o están determinadas por otros?

Yo propongo que mientras nos hacemos esta pregunta, encendamos el televisor y confrontemos nuestras posibles reflexiones  y respuestas con las que nos ofrecen los mensajes que percibimos a través de este aparato mientras recordamos que se entiende por alienación un tipo de experiencia en la cual la persona se experimenta a sí misma como un extraño. Así como también (…)es el hecho por el cual el hombre no se experimenta como portador activo de sus propias riquezas y poderes, sino como una cosa empobrecida, dependiente de poderes extraños a él.