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viernes, 8 de octubre de 2010

Pensamiento visual, percepción visual, Gestalt y fotografía

Pensamiento visual, percepción visual, Gestalt  y fotografía

Jesús Morales

“... el pensamiento perceptivo tiende a ser visual, y de hecho la vista es la única modalidad sensorial en la cual las relaciones espaciales pueden ser representadas con suficiente precisión y complejidad (...) Además de la vista, el tacto y la cinestesia son los otros medios sensoriales que transmiten propiedades espaciales tales como la inclusión, la intersección, el paralelismo, el tamaño, etc, con cierta precisión. Pero en comparación con la vista, el universo espacial presentado por las sensaciones táctiles y musculares presenta limitaciones de extensión y simultaneidad. El pensamiento, pues, es ante todo pensamiento visual”.[1]

Este texto o guía no pretende ser un tratado sobre el lenguaje y la comunicación visual como temas relacionados o separados entre sí (Eso bien sería un tema para un libro entero). Pretende única y esencialmente exponer algunas ideas centrales o fundamentales que están relacionadas entre sí para culminar el período correspondiente a nuestra cátedra.

A diario, pasan frente a nosotros innumerables imágenes. Por lo general, podemos afirmar que ante esta multitud cotidiana de imágenes, hemos aprendido ya a “responder”, a actuar o reaccionar adecuadamente frente a ellas, aunque es probable que algunas pasen desapercibidas, pero nuestras respuestas ante estas imágenes pueden contener múltiples interpretaciones con ciertos grados y matices de complejidad, que nos llevarán a nuestro trabajo reflexivo final correspondiente a este curso.

Si partimos de nuestra ciudad, ese territorio edificado de múltiples maneras (y que a su vez son la mayoría son el resultado del pensamiento visual de un arquitecto), nos encontramos con un territorio cargado de imágenes provenientes de innumerables percepciones humanas. Al hacer un recorrido por ella (la ciudad), vemos que nos ofrece información constante, que obtenemos por los cotidianos recorridos que hacemos por ella y que constituyen el material básico en la elaboración de lo que podríamos llamar nuestro imaginario visual más directo.

 La percepción visual es el mecanismo que nos pone -como seres humanos- en contacto con el entorno, se alimenta de los rasgos más importantes que resaltan en nuestro ambiente y, a través de nuestros recorridos cotidianos, notamos que visualmente discriminamos,  seleccionamos, reaccionamos y actuamos ante lo que más despierta nuestro interés y que altera nuestra habitual percepción visual como experiencia sensible en primer lugar, y en segundo lugar culturalmente.

El tema de la percepción visual de la ciudad ha sido abordado de múltiple maneras. Las relaciones existentes entre la percepción visual de la ciudad y la arquitectura, por ejemplo, si le aplicamos las leyes básicas de la teoría de la Gestalt, ellas nos permiten verificar que los elementos arquitectónicos y urbanos del entorno constituyan las partes componentes de conjuntos, cuyas propiedades formales dependen de su ubicación y función en él. Recordemos que la teoría de la Gestalt[2], afirma que: El hombre tiene una inquietud permanente y que es encontrar equilibrio a su entorno y “en su búsqueda de coherencia y de dominio, el hombre da sentido a lo que tiene, o más bien, a lo mucho que podría tener”


Ante esa búsqueda de equilibrio y de coherencia en nuestro entorno, la percepción de las partes se nos presenta en relación con la percepción e identificación o no de nuestro entorno.

Para exponerlo de otra forma: Las partes de nuestra ciudad como entorno (Calles, edificaciones, fachadas, plazas, con sus funciones)  y nuestra relación con ellas condiciona nuestra percepción que en mayor o menor grado determina nuestra identificación o no con ellas. Y he allí que nuestra mente funcione estableciendo relaciones, contactos, vínculos, y mantiene un peculiar equilibrio entre los elementos que relacionamos, entre las partes y el todo, entre la fragmentación y la unidad.

Nuestro universo imaginario o las concepciones que elaboramos a partir de las relaciones que construimos en nuestra mente, es el resultado  de lo que se podría considerar “un movimiento entre diferentes niveles o planos de realidad, como formas a partir de una más o menos intrincada arquitectura relacional de ideas, con su correspondiente correlato de significados intelectuales y emocionales”[3]

De ese correlato de significados que produce alteraciones en nuestra cotidiana percepción visual como experiencia sensible, se da entonces un proceso que resulta  apoyado por las pautas de relaciones que siguen nuestras asociaciones de ideas e imágenes. Relacionamos, nos identificamos o no y esta experiencia producto de relaciones, contactos y vínculos, la traducimos intelectual y emocionalmente.

 No nos extenderemos acá en lo que compete a la definición de la “realidad” porque entraríamos en un tema filosófico secundario que nos ocuparía un largo tiempo. Lo que nos interesa acá es aproximarnos  a la percepción visual o más bien al pensamiento visual como la llama Arheim.

Detengamos brevemente y hagámonos la pregunta: Cuando pensamos en realizar una acción determinada como desplazarnos de un sitio a otro ¿Pensamos literalmente o pensamos en imágenes? ¿Acaso no visualizamos primero la acción? y luego si tratamos de explicarlo,  ¿Acaso no traducimos en palabras esas acción que queremos realizar? ¿O pensamos primero palabras y luego en imágenes? ¿A que nos referimos cundo decimos “pensar”? El hombre, como ser humano, pasa por ser aquel ser que puede pensar.  Porque el hombre es el ser viviente racional. Pero la razón, la ratio, se expande en el pensar. Como ser viviente racional, los seres humanos tenemos que poder pensar cuando queramos. Es una cualidad o quizás una facultad que nadie nos puede negar.

Pero en este ejercicio de pensar, de establecer comparaciones con la vista de ese “universo espacial” del que nos habla Arheim cuando nos dice que “El pensamiento es ante todo pensamiento visual”, hay que tener presente que Mirar es más que ver; es observar, examinar, interpretar y apreciar. Por lo tanto, para mirar ya sea un mensaje publicitario (valla, un cartel, etc.) o cualquiera de esas Imágenes estáticas que pretenden captar nuestra atención para incitar la compra de un determinado producto, o para mirar una obra de arte, de una manera menos pasiva, mas crítica, requerimos de mucha información y de medios que propicien eficazmente la contemplación de esos elementos, así como de sus formas y de composición.

Esta información que recibimos a través de la visión está determinada por la distancia desde la cual observamos, así como también por el tamaño de lo observado; esto se relaciona con los distintos recorridos que necesita realizar el ojo para captar la totalidad de la escena u objeto.

En el proceso visual influyen otros factores referidos a la condición propia del ser humano, es decir, su capacidad sensitiva, sus condicionantes de tipo cultural y educativo, prejuicios y valores. Por ello, nuestra  la percepción visual es el resultado de un proceso activo y selectivo para cada persona, algunos autores lo definen como un comportamiento intencionado. La extracción de información del ambiente, posteriormente se configurará en nosotros, en nuestro interior como una actividad de tipo exploratorio dirigida hacia la parte de la imagen que posee mayor información, para permitirnos componer un esquema integrado. Así, nosotros, como observadores, a través de vistas sucesivas, podremos integrar y relacionar los componentes de la imagen y trazar un “mapa cognitivo”. Si no fuésemos capaces de producir ese mapa mental, apenas percibiríamos imágenes desorganizadas y discontinuas. De hecho, el procesamiento de información en el organismo, es fundamentalmente secuencial. Para observar una escena u objeto, generalmente  lo rodeamos y lo recorremos, y en el mejor de los casos nos generamos preguntas que tratamos de respondernos en base a lo que tenemos frente a nosotros, esa u objeto observado, para así, luego obtener visiones parciales que nos permitan  estructurar esa secuencia.

Nuestra percepción visual está basada, como dice Arheim en “los principios de organización, tanto de las partes segregadas, observadas en las secuencias, como de su carácter unitario. En otras palabras, una unidad o parte puede estar segregada y, sin embargo, pertenecer a una unidad mayor o conjunto.”

Ese proceso activo, organizativo, selectivo y secuencial  que nos permite llagar a la unidad de  aquello que vemos. Para llegar a esa unidad, visualmente discriminamos,  seleccionamos, reaccionamos y actuamos  y he allí que nuestra mente funcione estableciendo relaciones, contactos, vínculos, y mantiene un peculiar equilibrio entre los elementos que relacionamos.

Si en vez de un mensaje publicitario tomamos como ejemplo a la fotografía, ya sea a la fotografía como arte o como medio de comunicación, hoy por hoy vemos  que ella ha alterado nuestra percepción de las relaciones sociales y de nuestro sentido de la realidad. La fotografía proporciona nuestras primordiales imágenes visuales del mundo y de nosotros mismos en las sociedades contemporáneas. Claro está, si están publicadas en un periódico (medio impreso) debemos tener en cuenta que como empresa, al momento de dar a conocer una noticia, en el medio se defienden intereses económicos y políticos que condicionan la visión de la realidad a publicar.

Respecto del rol que cumple la fotografía en los medios gráficos, cabe decir que existe una relación dialéctica  entre las imágenes y las noticias, ya que están en íntima relación al momento de conformar una agenda mediática y al mostrar una postura ya sea, política o de otra índole. Acá entonces es vital  discriminar visualmente,  seleccionar, reaccionar y actuar con la mirada crítica sobre las construcciones de los hechos noticiosos, partiendo de la base que las publicaciones hechas por los medios (cualesquiera que sean) no son un reflejo objetivo ni parcial de la realidad, sino que presentan una verdad “creada” y se ven condicionadas, por diversos factores que van desde lo económico hasta lo político determinados por las  empresas comunicacionales que en el mayor de los casos se se muestran en su desempeño como medios de información.

Hoy en día, los medios gráficos, a pesar de Internet y la televisión siguen teniendo un alto nivel de credibilidad, debido a que la palabra escrita es considerada de mayor permanencia, por ser materia concreta y tangible, a diferencia de la imagen televisada, que es etérea y fugaz, esto es lo que posibilita un mayor análisis de los discursos presentes en los medios impresos. Quizá sea por eso que la bibliografía crítica sobre la televisión sea más escasa que sobre fotografía.

Esto ya no los advirtió Roland Barthes en su texto El mensaje fotográfico:

La fotografía periodística es un mensaje. El conjunto de ese mensaje está constituido por una fuente emisora, un canal de transmisión y un medio receptor. La fuente emisora es la redacción del diario, el grupo de técnicos, algunos de los cuales sacan la fotografía, otros la seleccionan, la componen, la tratan y otros, por fin, le ponen un título, le agregan una leyenda y la comentan. El medio receptor es el público que lee el diario. Y el canal de transmisión, el diario mismo, o más precisamente, un complejo de mensajes concurrentes, cuyo centro es la fotografía y cuyos contornos están representados por el título, la leyenda, la compaginación, y de manera más abstracta, pero no menos, el nombre mismo del diario.




    [1] Arnheim, Rudolf. Arte y Percepción Visual. Alianza Editorial. Madrid, 1985.

    [2] .  Se conoce con el nombre de Gestalt a aquella corriente de la psicología surgida en Alemania allá por el siglo XIX, que tuvo entre sus promotores a los psicólogos Max Wertheimer, Wolfgang Köhler, Kurt Koffka y Kurt Lewin y que promovía el siguiente axioma: el todo es más que la suma de las partes, el cual en definitivas cuentas terminó siendo la mejor identificación para describir el pensamiento de esta reconocidísima y polémica escuela de psicología.
Según los seguidores, estudiosos y defensores de la Gestalt, la mente humana configura a través de determinadas leyes los elementos que le llegan por los sentidos y la memoria, en tanto, esta configuración tendrá un carácter primario por sobre los elementos que la componen y entonces estos últimos por sí mismos no podrán llevarnos a la comprensión del proceso mental
[3] PORTILLA, AURELIO: La asimetría cerebral, pautas y ritmo en los procesos creativos. Revista digital ICONO 14 Nº6 2005.  www.icono14.net/revista

Fuente: http://www.definicionabc.com/general/gestalt-psicologia.php

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